jueves, 20 de mayo de 2010

Ideario del Movimiento Macroregional Proyecto Pueblo

Este documento fue elaborado colectivamente en nuestros esfuerzos por construir un espacio político desde lo profundo de nuestro Perú.

MOVIMIENTO MACROREGIONAL PROYECTO PUEBLO
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PRESENTACIÓN

Sintiendo la ausencia de un proyecto que apunte a la construcción de una sociedad radicalmente democrática, con justicia social, intercultural y soberana; convencidos de la necesidad de refundar la política, entendiéndola como la multiplicación del poder del pueblo y su ejercicio para decidir sobre su destino y vivir con dignidad; asumimos la tarea de construir un proyecto político desde el pueblo, viendo el escenario global desde este rincón de los andes, el Cusco.

Un solo proyecto político corre en el Perú, un proyecto excluyente, autoritario, venido de las clases dominantes, y que apunta a consolidarse a pesar de su fracaso global, el neoliberal. Con la derrota de los proyectos socialistas de fines de los años ochenta y los efectos de la guerra interna, este proyecto creció de la mano del nuevo capitalismo mundial; sin embargo hoy corre a contracorriente porque para principios de siglo, toma vigor el rearme político y teórico de los dominados. A lo largo y ancho del país y del continente latinoamericano, existen resistencias expresadas en potentes movimientos sociales y gobiernos que viran a la izquierda y que han logrado generar espacios para la creación de alternativas que aparecen como una superación de los viejos proyectos populares, recogiendo las tradiciones libertarias que aporta la tradición indígena, el marxismo latinoamericano, la teología de la liberación, el liberalismo republicano y el nacionalismo antiimperialista, sin encerrarse en dogmas, asumiendo además las luchas ecologistas, de género y de identidad cultural.

Estos movimientos continentales tienen denominadores comunes: Uno, la imperiosa necesidad de construir un orden global multipolar con pueblos y países soberanos democráticos y solidarios. Dos, la exigencia de construir una democracia sustantiva y real, de asumir los proyectos populares como fundamentalmente libertarios y como apuesta por destruir todas la formas de opresión en lo político, en lo cultural, en lo social y en lo económico. Tres, el considerar la reivindicación de los pueblos originarios y sus derechos colectivos como base fundamental de la refundación de los países latinoamericanos. Cuatro, asumir como plan mínimo la lucha contra el neoliberalismo y como plan máximo la superación no sólo de un modo de producción, sino del capitalismo como modelo civilizatorio que ha deshumanizado y mercantilizado el conjunto de la vida, que exacerba la violencia, destruye la diversidad cultural y ha puesto al borde de la destrucción del planeta.

En medio de la crisis que sacude a este modelo, apostamos por una propuesta que parta de nuestras raíces, recoja lo mejor de nuestra experiencia histórica y recupere los sueños y luchas de la humanidad. Nos asumimos como una parte más de ese torrente en el que deben confluir diversas fuerzas que den forma a una mayoría social y política que hagan posible cambios de fondo en el país, abra un nuevo curso histórico, construyendo así un país para todos y todas.

Dentro de este escenario, Proyecto Pueblo surge de la necesidad de construir un proyecto político amplio e integral que se constituya en un bloque político, social y cultural que recoja los anhelos de las mayorías. Para ello, es indispensable desarrollar la actividad política sobre la base del respeto a las autonomías, la defensa y promoción de la diversidad, el rescate de nuestras tradiciones culturales, las formas de organización democráticas y horizontales, y el desarrollo de una vida política más allá de los espacios de nuestro limitado sistema político.

Marchando en esta dirección, Proyecto Pueblo pretende ser el resumen de las capacidades creativas de un pueblo que va construyendo, aquí y ahora, experiencias económicas, culturales y sociales alternativas en los diferentes ámbitos de la vida y como tal, se considera así mismo, un instrumento para aportar en esa perspectiva amplia e integral.

Dentro de este contexto y considerando que los espacios del Estado son importantes para el logro de determinados objetivos, Proyecto Pueblo también pretende constituirse en un instrumento político para disputar el espacio institucional desde lo local y lo regional, proponiendo, sobre la base de un horizonte compartido y una articulación programática, un gobierno popular. En este sentido su tarea es constituirse en una alternativa de gobierno, articulando las demandas sociales y culturales, y ser expresión de la construcción de una hegemonía alternativa que apuesta por la democratización de las relaciones sociales en todas sus dimensiones.

Así, pretendemos ser una apuesta que agrupe a dirigentes barriales, trabajadores, campesinos e indígenas, mujeres, activistas políticos y culturales que, desde diversas experiencias nos reunamos en un espacio para potenciar y compartir nuestras luchas, sin abandonar sus contenidos estratégicos específicos. La disputa política institucional es importante para concretar un proyecto político de cambio en nuestra sociedad. El movimiento popular necesita del ejercicio de gestiones orientadas a fortalecer el avance de sus luchas, de sus experiencias alternativas sin que eso signifique que se agota en ella, pues el poder constituido debe ser permanentemente rediseñado por ese poder constituyente que sólo ejerce y reside en el mismo pueblo.

IDEARIO
Las cusqueñas y cusqueños, las mujeres y hombres andinos, las peruanas y peruanos, los latinoamericanos, conformamos pueblos que sueñan su futuro, que de a poco retoman su destino inspirados en el legado de su historia, que pisan firme sobre la tierra y empiezan a asumir su herencia para construir, a partir de ella, su presente y su futuro.

Es precisamente desde el Cusco milenario, síntesis del esfuerzo civilizatorio del hombre y la mujer andinos, motivados por ese legado ancestral de Pachacutec Inca, por el afán libertario de Túpac Amaru y Micaela Bastidas, por los runas, trabajadores y mujeres que día a día generan la riqueza social y hacen posible la vida a pesar del oprobio, donde hoy, en medio de la mundialización neoliberal, se constituye un espacio más de confluencia para construir alternativas civilizatorias a este modelo de vida depredador, y violento que nos impone el capitalismo.

Precisamente, recuperando la sabiduría que hay en nuestras raíces históricas, es que nos proponemos construir una propuesta raigal, asumiendo en este sentido un radical cuestionamiento al actual orden de vida, rescatando lo mejor de nuestra matriz civilizatoria: la vida en comunidad, la crianza de lo diverso, una relación armónica con la vida, la tierra y la naturaleza, una actitud frente al trabajo, que al estar puesto no en función del lucro sino del bien social, se convierte en fuente de satisfacción.

Obviamente, nuestra raíz y nuestro proyecto deben alimentarse de otras fuentes: las luchas universales por la emancipación en todos los planos de la vida, construidos sobre la base de ideas como la libertad, la igualdad y la fraternidad; las luchas de los pueblos sojuzgados y que han batallado a lo largo de la historia por su libertad y su dignidad; los sueños de tener una América Latina unida, solidaria y soberana; el ejercicio real de la democracia, la liberación del trabajo, las lucha de las mujeres contra el patriarcado, la diversidad sexual, entre tantas otros ejemplos que nos dicen que otro mundo es posible.
Queremos construir una sociedad justa y solidaria y para lograrlo nos planteamos los siguientes elementos que delinean nuestro horizonte:

1. El Poder popular, la democracia radical e integral, la emancipación humana, la autonomía individual.


Nuestra apuesta está orientada al ejercicio concreto de la libertad de los individuos, las comunidades y los pueblos, ese anhelo tan humano de ser dueño de su propio destino, donde la libertad de uno no termine cuando empieza la del otro, como en la sociedad liberal, sino donde la libertad de unos es la condición de la libertad de otros.

Nuestro horizonte, por tanto, apuesta por la democratización radical de las relaciones sociales en todas sus esferas: en el trabajo, en el ámbito de la autoridad, entre géneros, entre naciones, entre culturas; significando esto la construcción de relaciones de poder solidarias y no opresivas, entendidas como la capacidad de desplegar la autonomía individual y colectiva, la creatividad y la imaginación, aboliendo toda forma de dominación.

Esta apuesta para nosotros se materializa en lo que se denomina poder popular o ejercicio concreto del poder por parte del propio pueblo, a través de espacios y métodos institucionales y no institucionales. Es la apuesta por su protagonismo, la conversión de las personas integrantes de un pueblo que dejan de ser objetos del poder para constituirse en sujetos. El poder popular es un medio y un fin en el que se hace concreta y radical la democracia como forma de convivencia y como forma de organizar la autoridad, el ejercicio soberano del poder.

Tenemos materia prima para poner en ejercitar el poder popular, se expresan en la forma de vida comunitaria, en el desarrollo de los movimientos sociales antineoliberales, anticapitalistas, en sindicatos que trasciendan las lógicas corporativas y economicistas, en los frentes de defensa que se constituyen en espacios públicos no estatales, en las gestiones municipales participativas y directas en cuanto al diseño, gestión y control de las políticas públicas las asociaciones de pequeños y microempresarios que pugnan por ganar un espacio en el mercado interno, etc. ejemplos que antes de ser teorizados ya existían en Perú.

También se desarrolla en experiencias en las que el pueblo desarrolla su autonomía a través de formas de economía solidaria, social en la que las personas no son objetos de explotación sino sujetos creadores de riqueza social que el trabajo emancipa. En la gestión social, comunitaria de la salud, de la educación, de los espacios territoriales, de lo público estatal en general, en el ejercicio de los derechos, etc. en las experiencias de sociabilidad en la que las mujeres, los artistas, los jóvenes, las sexualidades diversas se expresan desarrollando la autonomía y la solidaridad.


Se trata de un poder que aumenta la potencia creativa del hombre para transformar su historia, que se contrapone y va más allá de las lógicas de la mercancía o del poder opresivo que surge de las instituciones políticas vigentes. La democracia sustantiva, para nosotros significa la alternativa para una convivencia en la que sea posible una relación creativa en medio de una gran diversidad. Los viejos proyectos modernizadores ya sea de derecha o izquierda consideraron la diversidad como una traba, por lo que apelaron a soluciones autoritarias en el país. Para nosotros la democracia y el poder popular, la transformación de los individuos y pueblos de "objetos" a sujetos sociales iguales y autónomos son, por el contrario, la posibilidad de construir una sociedad mejor.

2. La refundación de la política.

La lógica del cálculo para arrebatarle el poder a los otros, el mero ejercicio representativo y la potestad de unos pocos de ejercer el control del Estado y que se materializa a través de elecciones, es un ejercicio viejo que consiste en la gestión de lo establecido.

Reivindicamos la política como una capacidad creadora que se manifiesta tanto en los ámbitos institucionales como en los sociales incluyendo la misma vida cotidiana. Es esa capacidad que se despliega para construir nuevas realidades, el ejercicio concreto de la libertad, de la autonomía y del poder popular yendo más allá de lo establecido, del poder constituido siendo un poder constituyente en permanente desarrollo.

Consideramos que la política está hecha de prácticas que involucran a las multitudes, a los pueblos, rescatando no sólo su relación con la búsqueda del bien común y por tanto con el consenso, sino también su carácter contradictorio y conflictivo, agonístico expresando la lucha de fuerzas, de proyectos de sociedad contrapuestos, expresándose en la lucha por construir correlaciones de fuerzas y hegemonías. Los grandes cambios históricos, que van de los micro a lo macro de lo local a lo global, son resultado de la construcción y movilización de voluntades colectivas, de la articulación de bloques sociales (clases en el sentido amplio) que se orientan a plasmar sueños colectivos.

Así, la política es en más que la gestión o los cubileteos de poder, es una capacidad creativa y transformadora que recorre todos los ámbitos de la vida social, es una apuesta por mejores formas de convivencia (con contenidos éticos y morales) que sin embargo se alimentan del conflicto y de las miradas diversas y contrapuestas, es la apuesta por constituir al pueblo en un sujeto de poder para su emancipación.

3. Globalización alternativa, socialismo raigal, valores comunitarios.

La globalización capitalista aparece como un hecho incontrovertible, casi natural, anunciado incluso como el fin del proceso histórico expresado en la democracia liberal y el irrestricto libre mercado. Sin embargo, es resultado de una derrota no ineluctable de los proyectos populares del siglo pasado, así como de sus propios avances.

Lo cierto es que este mundo unipolar, basado en una economía trasnacionalizada, en la que los estados, pueblos y las personas son puestas al servicio de las ganancias de unas minorías que a través de la especulación, el colonialismo y el saqueo han constituido formas de desposesión de la riqueza social –y su privatización- que nos han llevado al estado actual de cosas: la polarización social creciente y la concentración del poder económico, político y cultural en unas minorías en detrimento de las mayorías, un estado de guerra permanente para protegerlos y aumentar sus ganancias, el agotamiento de nuestro cuerpo orgánico (la naturaleza) poniendo al límite de la destrucción a la raza humana, la destrucción de otras formas de vida y de las culturas a través de la imposición de una monocultura basada en el individualismo egoísta y cínico y en la cultura del consumo y de la explotación y conversión en mercancía del hombre y la naturaleza como legitima.

Sin embargo, frente a esta lógica suicida de quienes dominan el mundo, emergen también esfuerzos por construir una globalización alternativa, desde los pueblos, desde los movimientos sociales, desde países que empiezan a desmarcarse para recuperar márgenes de soberanía y autodeterminación.
Alrededor del mundo se han constituido redes, bloques regionales de movimientos y estados que cuestionan el neoliberalismo, que apuestan por reformar el orden mundial democratizándolo y buscan efectivizar políticas humanas. En este sentido existen diversas iniciativas de las que nos consideramos parte para construir un mundo en el que puedan vivir muchos mundos. Apostamos en este sentido por la globalización de la solidaridad y la libertad de los pueblos que implica no sólo soberanía política sino también cultural y alimentaria.

En nuestros países esa globalización capitalista y sus expresiones imperialistas se han implementado a través de la constitución de las áreas de libre comercio favorables siempre a los poderosos, de la militarización del continente y la criminalización de toda alternativa o lucha; sin embargo, debajo, en los resquicios, en las periferias de esa mancha monocroma que se expande persisten la sabiduría de nuestros pueblos, entre ellos el Cusco, su diversidad, los múltiples territorios habitados por los seres humanos que han construido sus experiencias comunitarias de vida, valores comunitarios, una relación diferente con el medio, constituyéndose en la base de la resistencia que nos plantean otras miradas que son la base para preservar la vida.

Es preciso fortalecer estas resistencias constituyendo un "socialismo raigal" recuperando la memoria, las tradiciones, los saberes, la historia, constituyendo una globalización distinta que algunos han llamado “glocalización”, en la que se constituyen nuevas formas de ciudadanía global desde los territorios concretos, donde sus habitantes, sus organizaciones, movimientos y comunidades se vuelven protagonistas centrales de otro tipo de desarrollo.

4. Identidad cultural. Alternativa civilizatoria. Interculturalidad. Lo andino, amazónico y afro como base. Unidad en la diversidad: todas las sangres.

Reconstruir, recrear nuestras identidades y fortalecerlas es fundamental, cada una de ellas puede aportar en la (re) construcción de un mundo mejor.

El rescate de la cultura material, de los saberes tradicionales, de las instituciones y las formas de organización social, las visiones del mundo y las expresiones culturales que permitieron la reproducción de la vida en un medio complejo y agreste como el nuestro, es una necesidad para reinterpretarnos y transformarnos constituyendo una alternativa para el mundo hostil en el que nos desenvolvemos. La vida en comunidad, la crianza de lo diverso, la relación armónica con el medio ambiente y una actitud satisfactoria frente al trabajo, son claves en la definición del rumbo de la humanidad.

Sin embargo, esta forma de ver las cosas no en encaja en una visión colonial de nuestro país. La colonialidad se desarrolla en una relación entre un sujeto que somete, de distintas formas, a otro sujeto hasta convertirlo en un objeto; lo que se expresó y se expresa actualmente en el racismo y el desprecio de las otras culturas y se convierte en herramienta de imposición del poder occidental. En la tarea de aquel rescate material aparece el entendimiento de la interculturalidad que nos plantea superar esas viejas formas de colonialidad, dialogando, aprendiendo del otro y de cada experiencia de vida, de cada pueblo. El Perú es uno de los países en los que la contradicción colonial es aún persistente y constitutiva de los lazos sociales, siendo una urgencia enfrentarla.

Rescatar el legado andino-amazónico es una tarea crucial, sin embargo, además de la diversidad de este legado, nuestras sociedades han sido enriquecidas por la presencia de otras expresiones culturales como la occidental, la africana, la oriental que hacen parte también de nuestro ser.

La afirmación andina es fundamental pero también lo es el rescatar la idea de Arguedas de un país de “todas las sangres". La lucha por construir otras relaciones entre las culturas, afirmándolas pero también poniéndolas en pie de igualdad, es decir democratizándolas, es un norte por el que debemos trabajar. La defensa de los derechos colectivos, la preservación de las organizaciones primordiales, los territorios, las expresiones y la autodeterminación en el marco de un país más inclusivo es fundamental proponiéndonos ir más allá de quienes toman el problema de la identidad y la afirmación de nuestra cultura como un medio demagógico y oportunista.


5. Naturaleza, crianza, convivencia.

La naturaleza no es un objeto a dominar para los pueblos andinos y amazónicos como sí lo es dentro de la cultura occidental. Los hombres, los seres vivos e inertes son parte de un todo que están interrelacionado, dependiendo unos de otros, conviviendo y criándose. La tierra por ello es sagrada y fundamental para la existencia de la vida. El actual modo de vida es en cambio depredador, va contra la naturaleza y por tanto contra el ser humano mismo, los considera mercancías intercambiables, usables y desechables. Lo que hemos conocido como desarrollo ha sido parte de esta lógica orientada a la producción infinita de mercancías en un medio finito, generando miseria, sufrimiento, destrucción en nombre de las ganancias.

Como ya se ha afirmado, la acumulación capitalista está pasando a asimilar bajo su lógica el mundo mismo de la vida, pretendiendo su transformación en mercancía en un proceso de desposesión en la que incluso el agua, fuente primordial de vida, pretende ser objeto de compraventa. Lo mismo ocurre con el patrimonio inmaterial y el patrimonio genético. La naturaleza fuente de vida de los pueblos, como en los albores de la modernidad capitalista, pretende ser cercada, expoliada en función de las ganancias de unas minorías desapareciendo especies diversas, deforestando, contaminando ríos desplazando a las comunidades humanas de sus territorios ancestrales.

Nuestra apuesta pasa por redefinir esta relación recuperando la concepción de nuestros pueblos, sabiduría que nos permitirá sobrevivir, replanteando nuestra forma de vida, nuestra concepción de desarrollo y de relación con las demás especies. La lucha ecológica, es una lucha política, indesligable del orden social. La actual situación del mundo es expresión de un orden social injusto y de la acumulación del poder por una minoría que está dispuesta a sacrificar a las mayorías, a las futuras generaciones para mantener su forma de vida y sus privilegios. Reestablecer una relación armónica con la naturaleza pasa también por cambiar nuestra sociedad, y replantear el uso de la ciencia y la tecnología criticando sus preceptos coloniales, relacionándola fuertemente con la responsabilidad y la ética de la vida, poniéndola al servicio del bienestar humano.

6. Refundación del país, integración latinoamericana desde los pueblos.

Nos proponemos replantear el Contrato social en el país denunciando la injusticia y la mentira de los sectores que han vivido de las inequidades existentes en el Perú, que se resiste a aceptar los derechos que los pueblos conquistaron a lo largo de siglos. La refundación del país es una necesidad asumiendo los cambios surgidos en las últimas décadas ante la decadencia de ese artefacto surgido de la modernidad: el Estado nación.

En efecto, el contexto nos lleva a pensar un Estado en permanente proceso de transformación y democratización, está conformado por diversas naciones y pueblos que lo habitan, reconociendo que en su diversidad son capaces de construir visiones compartidas, que recoge sin aplastarlas o cooptarlas, las culturas regionales y locales que hacen parte de su riqueza, otorgándoles niveles crecientes de decisión y autonomía (la descentralización).

A la vez comprendiendo las exigencias de construir un orden geopolítico justo y con soberanía que sólo se hace posible a través de la integración continental, con una integración desde los pueblos que va más allá de los intercambios comerciales y que implica relaciones solidarias de complementariedad, colaboración y articulación. El sueño bolivariano, el sueño indoamericano de Mariátegui, es una tarea impostergable dentro de cual, debe enmarcarse la refundación del país pues las estrategias y los sueños de construir una patria también sigue siendo fundamental. Rechazamos las formas de descentralización cuyo objetivo es debilitar a los Estados, el que renuncia a sus responsabilidades, en consonancia con los dictados de la receta neoliberal y hacer gobernables a los pueblos a través de formas domesticadas de participación; nos afirmamos en las formas de descentralización que implican el ejercicio del autogobierno y que aportan a una equilibrada distribución territorial del poder y la riqueza.

La autonomía de los individuos y los pueblos no es posible sin la soberanía nacional y continental, constituyéndose el Estado en un parapeto para detener el proceso de globalización capitalista sin dejar de considerar que la maquinaria estatal siempre es opresiva. Por eso, se trata de luchar en el Estado, contra el Estado y más allá del Estado. Refundar el país pasa por constituir una nueva república, pluricultural, soberana, integrada a nuestra América, radicalmente democrática en la que se socializa permanentemente el poder descentralizado, sin corrupción, donde la solidaridad es un valor central.

Con estas visiones, la construcción de las macroregiones con proyectos comunes en el sur, en el centro, en el norte, nacidos desde la misma sociedad civil, desde abajo, desde adentro, es un imperativo. La fortaleza del pueblo peruano, hecho a su vez de muchos pueblos, además de su capacidad de soñar, esperanzarse y sacrificarse, es su inventiva, su capacidad de creación, teniendo el reto de dibujar un nuevo mapa, siguiendo el curso de lo que ya germinó naturalmente en el Perú a desdén de las políticas de Estado.

7. Estado Social y Democrático de Derecho, derechos humanos, derechos colectivos, responsabilidades humanas.

En concordancia con lo anteriormente dicho recogemos el aporte liberal que significa la implantación de un Estado de Derecho, es decir de la construcción de leyes que están por encima de intereses particulares y que permiten la convivencia basada en los derechos. Sin embargo, asumimos también que es el poder soberano del pueblo, el poder constituyente, es el que origina siempre y legitima el poder constituido siendo este último imperfecto, estando en proceso de cambio y transformación de sus formas institucionales.

De la misma manera este Estado de Derecho tiene como fundamentos: su carácter social, su responsabilidad para satisfacer las condiciones de igualdad para todos los ciudadanos. Los deberes mínimos del Estado son garantizar la vida, la educación, la salud, la alimentación y en la misma medida, los derechos sociales ambientales y culturales. Estos derechos y su respeto son insoslayables.

La vulneración de los derechos civiles y políticos son imprescriptibles y deben ser sancionados jurídica y moralmente por esta razón no pueden mantenerse en la impunidad aquellos actos que tiñeron de sangre y dolor a nuestro país en la década de los ochenta y noventa.

Los derechos colectivos, deben ser incorporados también en nuestra idea de Estado de Derecho. La doctrina liberal y eurocéntrica, concibe derechos y formas de ciudadanía que no sean meramente individuales. Sin embargo, no sólo existen para nosotros los derechos individuales, sino también los derechos de los pueblos, de las colectividades de las comunidades. Derecho a tener su propia cultura, a tener territorio, a que el derecho a su especificidad sea intangible, sobre todo en un contexto en el que las transnacionales y los organismos financieros tienen más derechos y atribuciones que cualquier pueblo del mundo.

Finalmente, la noción de responsabilidad humana es también crucial. Hoy están en juego cosas que no sólo nos atañen a nosotros, sino a las generaciones posteriores, quienes desde ya tienen también derecho a vivir en un planeta saludable, en paz, en plenitud. La sociedad en la que vivimos parece decirnos que lo único importante es nuestro goce, no importa a qué costo. Nuestra apuesta en cambio tiene que ser de un compromiso ético con los que vienen, considerando que nuestras decisiones no sólo nos implican a nosotros. Esto hay que considerarlo, por ejemplo, con el manejo de nuestra amazonía, la explotación minera y muchos otros temas más.

8. Trabajo gratificante, Economía social no depredadora de productores

El trabajo en la sociedad occidental es un castigo bíblico. Siempre tomado con pesar, y no sin razón, aún más en una sociedad donde el trabajo no es una gratificación social, es decir un aporte en el que uno se siente realizado porque es parte de su realización colectiva, y donde es más bien alienado y repetitivo en función de una sociedad de consumo y de “éxito”, que termina siendo de explotación y soledad. La lucha del trabajo contra el capital no sólo se relaciona con la disputa de la riqueza material que resulta de él, sino con el sentido del mismo, como una capacidad creativa, de realización que sirve para el común y no para la apropiación de un privado que la usa contra el propio trabajador. Por otra parte, nuestros antepasados también vieron el trabajo como parte de un goce colectivo, actitud enmarcada en la vivencia comunitaria, en armonía con la naturaleza y los otros seres con los que se convive. Es necesario rescatar el trabajo de las garras de la alienación capitalista y consumista, vinculándolo además con el gozo estético.

Esto nos lleva a plantear el tipo de economía por la que hay que apostar. Para empezar, esta debe basarse en la solidaridad, que pone el bienestar colectivo e individual por delante. En segundo lugar, debe superar esa falsa dicotomía de una economía que sólo puede ser estatista o de libre mercado. Como se ha dicho hasta el cansancio, el mercado es una realidad en la sociedad moderna, ante la necesidad del intercambio; sin embargo, pretender que existen mercados perfectos que asignan casi como por arte de magia la riqueza es una farsa que se ha hecho cada vez más evidente y nos ha llevado a la actual crisis mundial, y ha permitido de manera obscena la concentración de la riqueza en muy pocas manos. Por otra parte, se ha confundido la economía socialista como una economía meramente estatista, es decir bajo el mando estatal que en los casos del socialismo real sólo permitió el enriquecimiento de la burocracia y la persistencia de la explotación y alienación del trabajo.

Para nosotros aparece como alternativa la llamada economía social, una economía que asume la realidad del mercado, y la necesidad de un Estado promotor del desarrollo, garante de una redistribución de la riqueza de manera justa y de la elaboración de las políticas estratégicas. Sin embargo, en ambos casos la economía debe estar bajo el control social y orientado a su bienestar. Tanto en la planificación como en la dinámica del mercado. Y por otra parte, la promoción de formas de economía solidaria, mediadas por la lógica de la ganancia, formas de economía asociativa en la que la gestión está a cargo del colectivo, en la que se intenta superar la explotación de unos por otros y se trata de superar la división del trabajo, haciendo de este fuente de aprendizaje, creatividad y realización colectiva. Aquí es necesario poner también sobre el tapete y en cuestión el desarrollismo, el productivismo que ya hemos visto cuan depredador es. Abogamos por el desarrollo humano, por el desarrollo local, por el desarrollo de las comunidades, por el desarrollo que es sustentable, por el desarrollo territorial y endógeno como herramienta para la soberanía económica de los pueblos, en manos de los productores.

Reivindicamos en este sentido la noción de productores que planteaba Mariátegui. La lucha de los trabajadores no es sólo por un mejor salario, es por el pan y la belleza. Nuestro pueblo ha demostrado la gran capacidad creativa que tiene, su capacidad de emprendimiento, su capacidad de sobrevivencia y de generación de riqueza social a pesar del Estado y del totalitarismo del mercado y a través de la solidaridad. Pero la batalla por el sentido de esta capacidad productiva, debemos reconocerlo, fue ganada por la ideología individualista del neoliberalismo. Es preciso recuperar para el campo popular la capacidad productiva de los emprendedores, que se vinculan a la sociedad, y que se asocian a otros para enfrentar la expoliación trasnacional.

Bajo estos lineamientos que trazan nuestro horizonte, es que buscamos desarrollar nuestra acción para construir un Cusco nuevo, dentro de un Perú y un mundo nuevo, una sociedad del pan y la belleza.



Comisión redactora
Cusco, 29 de enero de 2009

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